viernes, 14 de diciembre de 2012

#12. Escribir es sinónimo de libertad y felicidad

Hoy después de no sé cuánto tiempo he vuelto a sentir la imaginación materializándose en palabras.
Hoy durante unos minutos me he olvidado de mí misma y he sentido como otra persona, alguien inventado pero que como todos mis personajes tiene algo de mí.



HOY HE RECORDADO LO QUE ES SENTIRSE EN LIBERTAD Y EN COMPLETA FELICIDAD ESCRIBIENDO.

jueves, 18 de octubre de 2012

#11. La Iglesia y sus ideas...

En esta publicación voy a cambiar el tono y la temática que lleva ocupando las entradas de este blog desde su apertura. Me gustaría ser más crítica y dar mi opinión acerca de una noticia que me ha dejado bastante anonadad: La necesidad que ve la Iglesia en recristianizar a los jóvenes españoles.

Me parece inadmisible que a día de hoy la Iglesia católica pretenda seguir inmiscuyéndose en la vida de las personas. Estamos en el s. XXI, las personas ya no se sienten en la obligación de creer en un determinado dios, pueden creer en el que quieran o simplemente no creer; no se es menos por no creer que una paloma embarazó a una virgen por obra divina y que ésta dio a luz a un hombre del que sólo se sabe lo que pasó su infancia y poco tiempo antes de morir, supuestamente, para salvarnos a nosotros.
Estoy bautizada, tomé la comunión, conozco a Jesús, sé lo que hizo él y otros personajes de la Biblia, etc., y de hecho tuve mi periodo de creyente en el que rezaba todas las noches, iba a misa todos los domingo, me confesaba y demás cosas que hacen aquellas personas que creen en Dios y tienen fe. Pero eso no me impide que a día de hoy me parezcan increíbles todas las cosas que aprendí en religión y en catequesis. Esto viene para demostrarle al obispo de San Sebastián que se puede conocer a Cristo y no amarlo, por ilógico que crea él que es.
Esto no quiere decir que sea un a completa atea. No, yo tengo mis propias creencias, creo que existe algo por encima de nosotros (a lo que no necesito ponerle nombre), creo en el destino y en algo parecido al Karma, pero no me pidas que siga creyendo en aquello en lo que me iniciaron un día.

Por otra parte, ya sé que España no es un Estado laico, sino aconfesional, pero esto no tendría que dar pie a los miembros de la Iglesia (principalmente a los peces gordos y mandamases) a rescristianizar a todos los jóvenes simplemente porque no crean en Dios. Existe libertad de culto, que cada uno elija el que quiera (o si desea ser ateo, bienvenido sea también), no tienen que venir aquí unos señores a imponerte uno como si estuviéramos en la Edad Media (o más recientemente con Franco).

Y ya, para finalizar, me gustaría decir que no entiendo qué tendrá que ver que los jóvenes sean ateos con el fracaso familiar y afectivo, y sobre todo, con el fracaso escolar. Para querer a los demás y tener una buena familia no hace falta creer en Dios. Sobre la relación con el fracaso escolar, no tengo palabras... Bueno sí, que está equivocado: Muchos suspensos se deben porque algunos no estudian esperando que les venga la inspiración divina con la que pasar un examen, así que la relación igual está mal planteada.

viernes, 31 de agosto de 2012

#10. Desilusión

[...] Esta caída a la que creo que te diriges es de un tipo muy especial, terrible. Al que cae no se le permite ni oír ni sentir que ha llegado al fondo. Sólo sigue cayendo  y cayendo. Es el tipo de caída destinada a los hombres que en algún momento de su vida buscaron en su entorno algo que éste no podía proporcionarles. O que creyeron que su entorno no podía proporcionárselo. Así que dejaron de buscar. Abandonaron la búsqueda antes de iniciarla siquiera. [...]



El señor Antolini a Holden Caulfield.
El guardián entre el centeno, J.D. Salinger

martes, 28 de agosto de 2012

# 9. La perfección de lo imperfecto

Nos pasamos la vida quejándonos de tal manera que no podemos ver lo que tenemos. Podría dedicar esta entrada a mil objeciones que hacemos durante nuestro día a día, pero no, lo haré sobre una sola, tan obvia que pareceré frívola al exponerla después de haber empezado de esta manera.

Ah... El amor. Ese sentimiento que todos, de alguna manera u otra, buscamos desesperadamente. Queremos a alguien que nos entienda, nos escuche, nos haga reír, llore con nosotros cuando haga falta, no nos abandone... y si nos ponemos, que nos limpie, nos lave y nos cocine (somos así de vagos, reconozcámoslo) . Sin embargo, muchas veces ya tenemos eso, nuestros padres, otros familiares, amigos... Pero queremos alguien más "especial", nuestra media naranja.

Los científicos han demostrado que el amor es algo así como una obsesión compulsiva hacia una persona, puesto que queremos verla, hablar con ella, saber todo de ella, qué hace, dónde está, y un largo etcétera; por otra parte, también han demostrado que el amor, o mejor dicho, la idea de amor que nosotros tenemos dura solo unos pocos años (y con suerte) y luego intervienen otras hormonas que hacen que nos acostumbremos a estar con una persona determinada. Los psicólogos, así mismo, también han estudiado concienzudamente la cuestión, dando miles de definiciones y tipos de amor que ahora no vienen al caso. Y si nos ponemos menos empíricos, no podemos negar la gran influencia que ha tenido la literatura, el cine y el teatro, además de otras artes, en nuestra concepción del amor; es a este al que me dedicaré.

Desde que somos pequeñas, a las chicas nos meten en la cabeza que necesitamos un príncipe azul, nuestro amor verdadero, ese que si nos diera un beso de amor rompería cualquier hechizo realizado por una bruja malvada.  Según vamos creciendo, puede que dejemos un poco de lado esa búsqueda para entregarnos a los placeres más carnales de la vida, pero en nuestro interior, aún seguimos buscando a ese chico perfecto que nos trate como una princesa, y en busca de esa perfección, podemos quemarnos ciegas.

Claro que es genial que te traten como una princesa, pero es que cualquier hombre que se precie debe tratar a las mujeres (y más concretamente a sus parejas) como princesas; un hombre que por el contrario, trate a una mujer como una basura, aunque sólo sea una  una sola vez, no merece la pena. No hay que pensar que una persona cambiará tanto por otra si es su forma de ser.

Creo que eso es lo único razonable que nos han ensañado en esa idea de amor idílico con la que nos criamos; el resto de cosas suele ser paja. No es necesaria una lista interminable con cualidades que nuestra media naranja debe tener, y menos aún, una lista universal, porque cada persona necesita una concreta, única e irrepetible, que la haga feliz. Esa lista suele reducirse a unas pocas cosas:

- Que te ame y respete como tú eres, sin intentar cambiarte ni doblegarte para hacer de ti una persona artificial que realmente no eres.

- Que esté a tu lado cuando más lo necesites, ya sea para sacarte una sonrisa o para prestarte su hombro.

- Que te tenga entre sus prioridades. Ya no digo la primera, porque igual por circunstancias X no puede ser, pero que no te tenga ahí como plan Z, es decir, en el último lugar.

- Que te demuestre su amor.

- Y sobre todo, que tenga ese "algo" inexplicable que le haga especial cada vez que le mires.

Tal vez parezca que esas 5 razones no son nada, y que son mejores las 100 razones que da determinada revista o persona, pero si te paras a pensarlo, es más importante que un pequeño detalle (y estos suelen ser los más grandes) que el que todos los 14 de febrero te regale cualquier estupidez como miles de personas más en el mundo. Somos únicos, llenos de imperfecciones que nos permiten encajar a la perfección con otra persona, aunque cueste creerlo.


martes, 8 de mayo de 2012

#8. Revolución

Quiero gritar al mundo. Pero el mundo esta sordo.

 Sólo somos gentes que pasan por él. Y nuestras vidas no les interesa a nadie.

 Sueña mil maravillas que seguramente se quedaran en sueños.

 Cada vez estamos más ciegos ante todo. Han hecho bien su trabajo.

 Espero que un día gritemos todos juntos y nos oigan, que dejemos nuestra huella, que nuestros sueños se hagan realidad. Espero que un día despertemos todos y hagamos que las cosas cambien.


martes, 24 de abril de 2012

#7. Happiness

Hubo un día gris en el que no salió el sol en el que de pronto me sorprendí pensando "Soy feliz". No había nada especial en ese día. Los charcos formados por la lluvia del día anterior permanecían en el suelo. Las clases habían sido igual que siempre. El camino al trabajo era tan monótono que ni hacía caso a lo que ocurría alrededor; pero es que en realidad no ocurría nada. Todo era perfectamente normal. Y sin embargo, tuve la certeza de ser feliz. De inmediato me asusté, como si al pensarlo demasiado alto dejase de existir y volviera al mismo estado que tantas veces ya había experimentado. Tuve miedo de que esas personas desaparecieran, pero continuaron mostrándome su amor incondicional y continué siendo feliz.
En unos meses todo cambió. Yo creí que sería aún más feliz, pero me equivoqué. Mi mundo empezó a oscurecerse sin yo percatarme. Intentaba convencerme a mí misma que eso no estaba pasando, hasta que lo conseguí y todo volvió a ser como antes, con la diferencia de que ahora yo permanecía de espaldas y con los ojos cerrados a ese cambio. Rezaba para que todo el mundo se equivocase y sus advertencias fueran mentira.
Y ya fue tarde. Todo volvió a ser negro. Aquellas personas que iluminaron mi vida aquel día gris estaban lejos, cada vez más lejos, y no había sido capaz de encontrar a otras que pudieran colorearla ligeramente. No. Esas personas son únicas, nadie puede igualárseles.
Deseé que fuera una pesadilla, que cuando abriese los ojos todo siguiese como antes, que no estaba leyendo lo que leía. La luz fundamental de mi mundo quería irse para siempre, decía que yo ya no era yo. Sentí que la oscuridad me engullía, que mi luz no volvería por ser tan idiota como fui. Por suerte, después de ese apagón total, siguió brillando para mí, tal vez aún no tan fuerte como antes, pero seguía ahí.
Comprendí que la perfección que creí haber construído era falsa. Comprendí que mi estúpido juego había llegado a su fin. Comprendí que debía volver a ser yo.

domingo, 19 de febrero de 2012

#6. Cartas de amor

A pesar de ser la era de las nuevas tecnologías, las cartas de amor siempre tendrán ese toque especial y mágico que nunca un mensaje podrá igualar, pues como diría Mark Twain, "el producto más franco, más libre y más privado de la mente y del corazón humano es una carta de amor".
A continuación publicaré un pequeño extracto de las cartas que personajes relevantes enviaron a sus amadas, ya que los sentimientos en ellas reflejados son desbordantes (Fuente: Muy Interesante).

** Sigmund Freud a Martha Bernays:
"No apetezco sino lo que tú ambicionas para ambos porque me doy cuenta de la insignificancia de otros deseos comparados con el hecho de que seas mía. Estoy adormilado y muy triste al pensar que tengo que conformarme con escribirte en vez de besar tus dulces labios".

** Victor Hugo a Adèle Foucher:
"Tienes razón. Hay que amarse y luego hay que decírselo, y luego hay que escribírselo, y luego hay que besarse en los labios, en los ojos, en todas partes".

** Albert Einstein a Mileva:
"En todo el mundo podría encontrar otra mejor que tú, ahora es cuando lo veo claro, cuando conozco a otra gente. […] Hasta mi trabajo me parece inútil e innecesario si no pienso que también tú te alegras de lo que soy y de lo que hago."

** Scot Fitzgerald a Zelda Sayre:
"Tú y yo hemos pasado momentos maravillosos en el pasado, y el futuro aún está cargado de posibilidades si levantas la moral y procuras creerlo. El mundo exterior, la situación política, etcétera, siguen siendo oscuros e influyen en todos directamente, y es inevitable que te afecten indirectamente a ti, pero procura distanciarte de todo ello mediante alguna forma de higiene mental, inventándola, si es necesario. Déjame repetirte que no quiero que te concentres demasiado en mi libro, que es una obra melancólica y parece haber obsesionado a casi todos los críticos. Me preocupa muchísimo que lo estés releyendo. Describe determinadas fases de la vida que ya están superadas. Ciertamente nos hallamos en una ola ascendente, aunque no sepamos a ciencia cierta hacia dónde va."

** Franz Kafka a Felice:
"Querida: te pido con las manos alzadas que no sientas celos de mi novela. Cuando los personajes en la novela se dan cuenta de tus celos, se me escapan, más aun cuando sólo los tengo agarrados por la punta de sus vestidos. Y ten en cuenta que, si se me escapan, tendría que correr tras ellos, aunque fuera hasta el mundo de las tinieblas, su verdadero hogar. La novela soy yo, mis historias soy yo. Así que, te ruego, ¿dónde existe el menor motivo de celos? De hecho, cuando todo lo demás está en orden, mis personajes se toman del brazo y corren a tu encuentro, para, en último término, servirte a ti. [...] gracias a que escribo me mantengo con vida, me aferro a esa barca en la cual te encuentras tú, Felice. Ya resulta bastante triste que no consiga apartarme a ella. Pero comprende, Felice, que tendría que perderte a ti y a todas las cosas si alguna vez perdiera el escribir."

Y a pesar de su belleza, para mí existen otras más bellas, aquellas que sólo yo tengo y disfruto, aquellas en las que nosotros somos los protagonistas.

miércoles, 15 de febrero de 2012

#5. Años maravillosos

Yo siempre fui de las que querían que el instituto pasara rápido, no porque estuviera a disgusto en él, sino porque quería irme lejos de casa y hacer algo que realmente me interesase, no cosas generales. Sin embargo, ahora que estoy en la universidad, lo echo muchísimo de menos y me doy cuenta de que en el fondo la universidad y el instituto no son tan diferentes como creía.
Recuerdo perfectamente mi primer día de instituto en Villarcayo; si puedes tener nervios por acabar la escuela y empezar una nueva etapa, hacer eso (aunque sea ya en 2º de la ESO) y encima no conocer a nadie porque llegas nuevo es todo un mundo. Miles de preguntas se te pasan por la cabeza: ¿cómo será?, ¿me aceptarán mis compañeros?, ¿qué estarán haciendo mis amigos en su primer día de clase?... Pero por suerte, me adapté pronto e hice amigos que han significado mucho para mí.
Día tras día, curso a curso, fui aprendiendo cosas nuevas: que la geometría y la biología nunca será lo mío, que la sintaxis es un lío dependiendo de los nexos y demás cosas, que Becquer escribió lagunas de las poesías más bonitas que yo haya leído, que existe un instrumento llamado sanza con el que acabas casi con los dedo en carne viva, que para saber latín es indispensable saberse las declinaciones y luego ya el resto es mecánico… Y muchísimas más cosas con las que luego te encuentras en 4º y tienes que pensar qué es lo que te gustaría hacer y, por tanto, que bachillerato o ciclo hacer. Yo he sido la rara que se cogió los dos años latín y matemáticas… en fin, elecciones que se hacen pero de las que siempre se aprende algo por incompatibles que parezcan. Y bachillerato ya fue otro mundo, por fin podíamos elegir más las cosas que nos gustaban y desechar las que no, aunque como siempre pasa, te toquen asignaturas que no aguantas. Por ejemplo, nunca soporté filosofía porque nunca me he llevado bien con los profesores que nos la han dado, pero me encantaba matemáticas y literatura universal, y después de dar psicología me di cuenta de que en realidad esa no era mi vocación.
No obstante, los conocimientos adquiridos, por muy importantes que sean, no representan para mí lo mejor del instituto, sino que esa parte la ocupan las experiencias vividas que me han ayudado a formar mi carácter y, sobre todo, los amigos que he encontrado allí. Ayer pensaba en lo que cambió mi vida con el viaje de fin de curso a Roma..., para mí una de las mejores experiencias de mi vida porque sin ella, ahora las cosas serían muy distintas, y no sólo para mí. En cuanto a mis amigos... bueno, si me pusiera a escribir todo lo que representan y siempre representarán para mí me quedaría sin espacio, así que sólo diré que son maravillosos y que han sabido estar ahí en cada momento en el que alguno del grupo necesitaba ayuda.
Para finalizar quiero deciros que aprovechéis el instituto, tanto para estudiar y conseguir todos los conocimientos que podáis como para hacer amigos con los que pasados los años aún os encontréis, y que si luego decidís continuar en la universidad os reiréis del estrés que tenéis ahora por los exámenes de finales de trimestre, trabajos y demás, no por desanimaros, sino porque todos terminamos haciéndolo.