domingo, 19 de febrero de 2012

#6. Cartas de amor

A pesar de ser la era de las nuevas tecnologías, las cartas de amor siempre tendrán ese toque especial y mágico que nunca un mensaje podrá igualar, pues como diría Mark Twain, "el producto más franco, más libre y más privado de la mente y del corazón humano es una carta de amor".
A continuación publicaré un pequeño extracto de las cartas que personajes relevantes enviaron a sus amadas, ya que los sentimientos en ellas reflejados son desbordantes (Fuente: Muy Interesante).

** Sigmund Freud a Martha Bernays:
"No apetezco sino lo que tú ambicionas para ambos porque me doy cuenta de la insignificancia de otros deseos comparados con el hecho de que seas mía. Estoy adormilado y muy triste al pensar que tengo que conformarme con escribirte en vez de besar tus dulces labios".

** Victor Hugo a Adèle Foucher:
"Tienes razón. Hay que amarse y luego hay que decírselo, y luego hay que escribírselo, y luego hay que besarse en los labios, en los ojos, en todas partes".

** Albert Einstein a Mileva:
"En todo el mundo podría encontrar otra mejor que tú, ahora es cuando lo veo claro, cuando conozco a otra gente. […] Hasta mi trabajo me parece inútil e innecesario si no pienso que también tú te alegras de lo que soy y de lo que hago."

** Scot Fitzgerald a Zelda Sayre:
"Tú y yo hemos pasado momentos maravillosos en el pasado, y el futuro aún está cargado de posibilidades si levantas la moral y procuras creerlo. El mundo exterior, la situación política, etcétera, siguen siendo oscuros e influyen en todos directamente, y es inevitable que te afecten indirectamente a ti, pero procura distanciarte de todo ello mediante alguna forma de higiene mental, inventándola, si es necesario. Déjame repetirte que no quiero que te concentres demasiado en mi libro, que es una obra melancólica y parece haber obsesionado a casi todos los críticos. Me preocupa muchísimo que lo estés releyendo. Describe determinadas fases de la vida que ya están superadas. Ciertamente nos hallamos en una ola ascendente, aunque no sepamos a ciencia cierta hacia dónde va."

** Franz Kafka a Felice:
"Querida: te pido con las manos alzadas que no sientas celos de mi novela. Cuando los personajes en la novela se dan cuenta de tus celos, se me escapan, más aun cuando sólo los tengo agarrados por la punta de sus vestidos. Y ten en cuenta que, si se me escapan, tendría que correr tras ellos, aunque fuera hasta el mundo de las tinieblas, su verdadero hogar. La novela soy yo, mis historias soy yo. Así que, te ruego, ¿dónde existe el menor motivo de celos? De hecho, cuando todo lo demás está en orden, mis personajes se toman del brazo y corren a tu encuentro, para, en último término, servirte a ti. [...] gracias a que escribo me mantengo con vida, me aferro a esa barca en la cual te encuentras tú, Felice. Ya resulta bastante triste que no consiga apartarme a ella. Pero comprende, Felice, que tendría que perderte a ti y a todas las cosas si alguna vez perdiera el escribir."

Y a pesar de su belleza, para mí existen otras más bellas, aquellas que sólo yo tengo y disfruto, aquellas en las que nosotros somos los protagonistas.

miércoles, 15 de febrero de 2012

#5. Años maravillosos

Yo siempre fui de las que querían que el instituto pasara rápido, no porque estuviera a disgusto en él, sino porque quería irme lejos de casa y hacer algo que realmente me interesase, no cosas generales. Sin embargo, ahora que estoy en la universidad, lo echo muchísimo de menos y me doy cuenta de que en el fondo la universidad y el instituto no son tan diferentes como creía.
Recuerdo perfectamente mi primer día de instituto en Villarcayo; si puedes tener nervios por acabar la escuela y empezar una nueva etapa, hacer eso (aunque sea ya en 2º de la ESO) y encima no conocer a nadie porque llegas nuevo es todo un mundo. Miles de preguntas se te pasan por la cabeza: ¿cómo será?, ¿me aceptarán mis compañeros?, ¿qué estarán haciendo mis amigos en su primer día de clase?... Pero por suerte, me adapté pronto e hice amigos que han significado mucho para mí.
Día tras día, curso a curso, fui aprendiendo cosas nuevas: que la geometría y la biología nunca será lo mío, que la sintaxis es un lío dependiendo de los nexos y demás cosas, que Becquer escribió lagunas de las poesías más bonitas que yo haya leído, que existe un instrumento llamado sanza con el que acabas casi con los dedo en carne viva, que para saber latín es indispensable saberse las declinaciones y luego ya el resto es mecánico… Y muchísimas más cosas con las que luego te encuentras en 4º y tienes que pensar qué es lo que te gustaría hacer y, por tanto, que bachillerato o ciclo hacer. Yo he sido la rara que se cogió los dos años latín y matemáticas… en fin, elecciones que se hacen pero de las que siempre se aprende algo por incompatibles que parezcan. Y bachillerato ya fue otro mundo, por fin podíamos elegir más las cosas que nos gustaban y desechar las que no, aunque como siempre pasa, te toquen asignaturas que no aguantas. Por ejemplo, nunca soporté filosofía porque nunca me he llevado bien con los profesores que nos la han dado, pero me encantaba matemáticas y literatura universal, y después de dar psicología me di cuenta de que en realidad esa no era mi vocación.
No obstante, los conocimientos adquiridos, por muy importantes que sean, no representan para mí lo mejor del instituto, sino que esa parte la ocupan las experiencias vividas que me han ayudado a formar mi carácter y, sobre todo, los amigos que he encontrado allí. Ayer pensaba en lo que cambió mi vida con el viaje de fin de curso a Roma..., para mí una de las mejores experiencias de mi vida porque sin ella, ahora las cosas serían muy distintas, y no sólo para mí. En cuanto a mis amigos... bueno, si me pusiera a escribir todo lo que representan y siempre representarán para mí me quedaría sin espacio, así que sólo diré que son maravillosos y que han sabido estar ahí en cada momento en el que alguno del grupo necesitaba ayuda.
Para finalizar quiero deciros que aprovechéis el instituto, tanto para estudiar y conseguir todos los conocimientos que podáis como para hacer amigos con los que pasados los años aún os encontréis, y que si luego decidís continuar en la universidad os reiréis del estrés que tenéis ahora por los exámenes de finales de trimestre, trabajos y demás, no por desanimaros, sino porque todos terminamos haciéndolo.