martes, 24 de abril de 2012

#7. Happiness

Hubo un día gris en el que no salió el sol en el que de pronto me sorprendí pensando "Soy feliz". No había nada especial en ese día. Los charcos formados por la lluvia del día anterior permanecían en el suelo. Las clases habían sido igual que siempre. El camino al trabajo era tan monótono que ni hacía caso a lo que ocurría alrededor; pero es que en realidad no ocurría nada. Todo era perfectamente normal. Y sin embargo, tuve la certeza de ser feliz. De inmediato me asusté, como si al pensarlo demasiado alto dejase de existir y volviera al mismo estado que tantas veces ya había experimentado. Tuve miedo de que esas personas desaparecieran, pero continuaron mostrándome su amor incondicional y continué siendo feliz.
En unos meses todo cambió. Yo creí que sería aún más feliz, pero me equivoqué. Mi mundo empezó a oscurecerse sin yo percatarme. Intentaba convencerme a mí misma que eso no estaba pasando, hasta que lo conseguí y todo volvió a ser como antes, con la diferencia de que ahora yo permanecía de espaldas y con los ojos cerrados a ese cambio. Rezaba para que todo el mundo se equivocase y sus advertencias fueran mentira.
Y ya fue tarde. Todo volvió a ser negro. Aquellas personas que iluminaron mi vida aquel día gris estaban lejos, cada vez más lejos, y no había sido capaz de encontrar a otras que pudieran colorearla ligeramente. No. Esas personas son únicas, nadie puede igualárseles.
Deseé que fuera una pesadilla, que cuando abriese los ojos todo siguiese como antes, que no estaba leyendo lo que leía. La luz fundamental de mi mundo quería irse para siempre, decía que yo ya no era yo. Sentí que la oscuridad me engullía, que mi luz no volvería por ser tan idiota como fui. Por suerte, después de ese apagón total, siguió brillando para mí, tal vez aún no tan fuerte como antes, pero seguía ahí.
Comprendí que la perfección que creí haber construído era falsa. Comprendí que mi estúpido juego había llegado a su fin. Comprendí que debía volver a ser yo.