martes, 10 de junio de 2014

#21. Despedida

4 meses, no se me olvida, pero espero que un día por sin lo borre de mi cabeza. Empecé este blog expresando lo que sentía por la persona que creía que era la más importante de mi vida, mi media naranja, mi alma gemela. Durante 3 años y medio lo creí de veras. Creí que algún día los dos podríamos vivir nuestra vida como siempre habíamos soñado, tener la familia que llevábamos planeando durante ese tiempo, compartir todo lo que habíamos cosechado hasta entonces y todo lo que cosecharíamos en el futuro... Era una perspectiva realmente bonita. Pero él no era la persona más importante de mi vida, él no era mi media naranja, él no era mi alma gemela. Y yo no era su diosa, yo no era su luna, yo no era su angelito. Todo se acabó. Yo tuve mi parte de culpa. Debí haber sacado más tiempo para vernos. Debí prestarle más atención. Debí no dar por supuestas muchas cosas. Debí haber sabido animarle mejor. Debí haber hecho tanto que me es imposible enumerarlo todo. 4 meses culpándome, mientras él me decía cosas que no eran con mala intención pero que me dolían hasta partirme el corazón y el alma. 4 meses fueron de los más difícil de mi vida. Y un día, comencé a darme cuenta de que él también tuvo su parte de culpa, aunque no lo reconozca. No comprendió que para mí estos años eran la libertad que no había tenido desde los 16 años. No comprendió que si no tenía más tiempo para él era porque quería estudiar y conseguir un trabajo por mi cuenta para no ser un parásito económico con el que cargase, y que tenía estar con mis padres, porque ellos me necesitaban para trabajar y yo necesitaba pasar tiempo con ellos en vista de un futuro cercano a 7000 km de distancia de ellos. No comprendió que ya no podía confiar en él (ni él en mí, aunque por cosas distintas). Después de los reproches mutuos, tenía razón, se pueden ver las cosas con más claridad, pero para eso hay que alejarse. A mí me era imposible tomar distancia suficiente porque aún sentía su sombra sobre mí, evitando que alzase el vuelo; "Aún le tienes dentro", me dijo mi madre. Él pronto se deshizo de mí; puede decir lo que quiera, pero los actos me lo demostraron, y algo que él me enseñó es que los actos dicen más que las palabras. 4 meses después por fin puedo empezar a remontar, a pesar de que sigo sintiendo el dolor de las heridas cicatrizando; pero el dolor es una buena sensación, dicen, significa que aún estás vivo. Yo estoy viva, ahora sí, y cuando esas heridas se curen completamente y te expulse de mí para que no vuelvas nunca, estaré más viva que nunca, porque por primera vez en mucho tiempo me querré a mí misma y estaré segura de que valgo mucho más de lo que creía valer contigo. No creo que veas esto, pero si lo ves, en realidad no quiero echarte en cara el daño que me hiciste, sino darte las gracias por enseñarme que no hay que ser de nadie más que de uno mismo, porque si finalmente le entregas toda tu alma a esa persona que tu crees que es la indicada (y yo lo hice, aunque no lo creas), el vacío que luego deja en ti es un pozo profundo en el que puedes caer sin retorno. Yo no te llené a ti, ni tú a mí, eso lo sabemos ahora, cuando tú has encontrado a la que parece ser tu pareja ideal y yo me he dado cuenta que tengo amigos cuyo valor es incalculable y que sin necesidad de ser nada más, han conseguido que me sienta completa. Que seas muy feliz, yo lo seré.

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